paco u.

08 abril 2007

No puedo quejarme

Estoy con pocos amigos y los que hay
suelen estar lejos y me ha quedado
un regusto que tengo al alcance de la mano
como un arma de fuego.
La usaré para nobles empresas: derrotar al enemigo– salud
y suerte–, hablar humildementede estas posibilidades amenazantes.
Espero que el rencor no intercepte el perdón,

el aire lejano de los afectos que preciso:
que el rigor no se convierta en el vidrio de los muertos;
tengo curiosidad por saber qué cosas dirán de mí;
después de mi muerte;
cuáles serán tus versiones del amor,
de estas afinidades tan desencontradas,
porque mis amigos suelen ser como las señales de mi vida,
una suerte trágica, dándome todo lo que no está.
Prematuramente, con un pie
en cada labio de esta grieta que se abrea los pies de mi gloria:
saludo a todos, me tapo la nariz y me dejo tragar por el abismo

 

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